Y llegas a ese lugar...
Saludás a algunas caras conocidas. Te
acercás a comprar algo para tomar y te dispones con tu bebida en un rincón.
Desde ahí
tenés una visión de privilegio, otorgada por tu posición estratégica en el lugar.
Sin despegarte de tu vaso ni de tu lugar,
empezas a hacer lo que más te gusta y lo que mejor te sale: observar.
Hacés un
paneo general de izquierda a derecha...
Otro de derecha a izquierda....
De arriba a abajo y de abajo hacia arriba.
Buscando quien sabe qué porque, en definitiva,
sabés perfectamente que una vez que encuentres a "la" persona, no vas a hacer nada por llamar su atención, por acercarte, por hablarle o
sonreír.
Observar y esperar... Esa es la consigna.
Jugás y miras a
través del cristal. Te escondes
ahí para poder mirar con
tranquilidad.
Con el paso del tiempo la observación es cada vez mas precisa...
De repente, plano pecho, primer plano y ahí está.
Una (al principio son muchas después siempre queda una) entre tantas.
Ella sola
ahí. Sola entre tantas que ya no clasifican para tu análisis. La desconocida, captando tu atención...
Abrís lentamente el plano, por temor a perder el foco, y la realidad te demuestra lo contrario: no está sola. Se encuentra acompañada por otra dama de generosas proporciones.
Una vez más, luego de tan agotadora tarea, te preguntas:
"Por qué las mujeres más interesantes siempre están ocupadas?