Sábado por la mañana: Febo asoma;
Como tenía planeado, desayuné en un agradable café con el sol de frente y un libro entre mis manos. Como el astro rey impedía hacer uso de mi mirada, tuve que ponerme anteojos negros.
Estoy segura que por eso, la única persona que intercambió palabras conmigo fue la moza que me tomó el pedido (vale aclarar que la conversación fue meramente comercial).
Igual mala suerte corrí en el almuerzo.
Por la tarde, tenía mi panza demasiado llena para someterme al deporte (el sol ya empezaba a apartarse). Asi que volví a casa y me acosté a dormir una breve siesta.
Una vez hecha la digestión, fui a encontrarme con mi merienda. Idem situación anterior. Nadie registró mi presencia.
Por la noche no llamé a nadie para salir. Con mis amigas de toda la vida, siempre tengo programa. Pero eso implica cenar y escuchar hablar de sus maridos e hijos, con un grupo o salir por los bares a buscar novio, para otras. Ambos programas escapaban al plan que estaba elucubrando.
Tampoco llamé a mis nuevas "amigas" para ver por dónde andaban.
Como soy una persona informada, sabía de dos fiestas que se habían organizado.
Piqué algo y salí rumbo a ellas (a las fiestas, no a las mujeres). Pasé por la puerta de los boliches pero sola y siendo una típica clase B, no daba para entrar en ningún lado.
Pegué un par de vueltas y volví a casa.
Resultados:
1) Imposible intentar ser lo que nunca he sido.
2) Tengo que pensar otra estrategia.
3) Debo gastar menos el próximo fin de semana.
4) La balanza no ha registrado el aumento esperado.
5) Me leí un libro entero.
6) Mi cara tomó un poco de color que le faltaba.
7) No miré a nadie porque el sol no me dejaba.
8) Nadie me miró porque estaba escondida detrás de mis gafas y disfrutando de mi libro.
9) Consumí muchísimo. Consumé nada.
10) Después de tanta ingesta, hoy me toca consomé.