15'

Dos son los mundos que coexisten. No hablo de ricos y pobres ni de derechas e izquierdas. No es este el momento ni el espacio para debatir sobre las injusticias del mundo. No tengo ganas.
Hablo de mi mundo, el de todos los días, en el que trabajo, pienso, amo. Y el otro, en el que existo gracias a las 15 pulgadas de mi monitor y a las bondades de mi servidor. Sin estas extensiones, no soy nada (virtualmente hablando).
En mi cotidiano puedo ser valorada, respetada, amada. En el de 15, también puedo ser respetada (o no), valorada por los que me leen (o no) y querida... Como quien quiere a un objeto.
Puede suceder, en contados casos, que se trasciende la pantalla y se descubre, no sin asombro, que lo que se ve es solo una parte de lo que se lee y, por cierto, mucho más interesante que sus letras armónicamente ubicadas.
Las posturas ceden. Ya no hay que ganar lectores.
El interés pasa por otro lado: por mirarse, conocerse, por sentir esa voz que más de una vez hemos imaginado.
Otras veces, superada la pantalla, es mejor quedarse con lo que se lee en casa. En esos momentos sólo deseamos llegar a la tranquilidad de nuestras 15 pulgadas, escribir como si nunca hubiese pasado nada y desaparecer lentamente y sin dejar rastros.