Plan C

Visto y considerando que el plan A no me da resultados: imposible intentar ser o parecer lo que no se es ni puede parecerse.
Y dado que el plan B me tiene un poco apartada del mundo civilizado, me propongo un plan piloto para el fin de semana:
Sábado a la mañana: desayuno en un lindo bar al sol. Nada de música que tape mis oídos ni anteojos que eviten observar hacia dónde se dirige mi mirada. En todo caso puede acompañarme un libro que me dará una onda intelectual. Eso si, cada 30 segundos deberé abandonar las páginas y mirar a las mujeres que pasan. Si esto no funciona, inmediatamente empiezo a programar mi almuerzo también con mesa al sol y libro en mano.
Después de almorzar, me pongo ropa deportiva y salgo a andar en bici por Palermo.
Si en esta travesía no encuentro quien me acompañe, vuelvo al café para recuperar las energías perdidas. Una buena merienda seguramente me hará olvidar de todos esos ojos que ni me han registrado.
Sábado a la noche: me conecto a internet y también hago un par de llamados preguntando si alguien tiene programa. Si nadie contesta, pico algo por ahí y visito algún bar que me permita, por fin, consumar mi noche.
Si al volver a casa es más lo que consumí que lo que consumé, el saldo será lamentable: 2 kilos arriba.